Entre las cuestiones que se han hablado en los últimos meses con la incertidumbre política, se encuentra la posible transferencia del proceso de formación especializada de los médicos. El donante de la gestión sería el Ministerio de Sanidad y las receptoras, las Consejerías de Sanidad de las Comunidades Autónomas. Esta posibilidad se ha rumoreado tras una rueda de prensa donde se trataba la implicación de las autonomías en la formación de los residentes y una posible transición del modelo actual. A partir de ahí, las máquinas se encendieron para tratar el tema, como siempre, alertando del caos supremo que implicaría la medida.
No ha sido necesario mucho tiempo para que se pronuncien en contra desde la oposición política al gobierno, por supuesto, sin argumentar al respecto. Y como la prensa habitual no ejerce presión, se utiliza para ello Redacción Médica, la web donde los magnates de la sanidad mueven sus propios hilos. Como cada medida que se toma en España, se ha politizado con la finalidad de dar lugar a polémicas poco productivas e innecesarias. Y este rédito político llegó en el mismo momento en que la gente salía a la calle a “putodefender” España, como ellos mismos alardeaban en su demostración de lenguaje precario.Sin
embargo, la noticia que no corrió tan deprisa fue que el 13 de noviembre, se
desmintió que el MIR fuese a ser una competencia autonómica, al menos a corto
plazo. También se omitió algo que sí puede resultar catastrófico, el Tribual
Supremo da la razón a los centros privados y podrán seleccionar a los
residentes. Esta situación es realmente alarmante porque es un ataque al
sistema de formación costeado por el Estado. Pero, ¿por qué les puede parecer
mal que el MIR lo gestionen las autonomías pero callan si lo gestionan empresas
privadas?
Para
analizar los pros y contras de cada estrategia, debemos remontarnos a unos
meses. En mayo se eligieron las plazas de residencia del personal sanitario y,
como cada año, hay plazas desiertas en medicina, ya sea porque no son
atractivas por su ubicación o porque no se quiere escoger esa especialidad en
concreto. No es algo realmente problemático dado que es habitual y
completamente respetable.
Por
otro lado, los incendiarios de la profesión que se expresan en Redacción Médica
trataron de inculpar al Gobierno dentro de su línea editorial y alegando que el
problema es la remuneración del médico. Sin embargo, ¿cómo va a ser un problema
de remuneración si se completan las plazas en las facultades y se presentan al
MIR más médicos que plazas? ¿Cómo va a ser un problema del Gobierno actual si
es algo reiterativo en cada promoción? Es más, la tendencia de los últimos 4
años ha sido aumentar las plazas totales del MIR y mejorar poco a poco las
condiciones laborales. Con ello, vse ha visto que la proporción de plazas
desiertas disminuye.
La
posibilidad de que las autonomías gestionen en MIR es una locura si se valora
con el criterio actual en que se ejecuta. Ahora bien, es cierto que las
autonomías tendrían más facilidad para ofertar las plazas realmente necesarias,
repartiendo de forma más correcta las especialidades conforme a las previsiones
de jubilación a 5 o 6 años. Esto podría facilitar que la oferta se ajuste mejor
al empleo futuro. Es más, permitiría garantizar el acceso al empleo al
residente, incluso suprimiendo el sistema oposición.
Además,
la gestión autonómica permitiría también organizar mejor las diferentes
ubicaciones de las rotaciones, teniendo mayor independencia y favoreciendo que
puedan ser más atractivas si no tienen un lugar preestablecido inamovible. Y en
este punto del tema es cuando podemos preguntarnos si no sería más conveniente que
las Comunidades participen más en el sistema actual, olvidando la posible
transferencia y con mayor efectividad en la formación.
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